GRACIAS A Internet he levantado mi propio iglú con los cubos de hielo que extraje del frío adulto que me llegaba de la infancia, y gracias a ella he ido dejando una meada de letras que no querían marcar territorio sino dejar testimonio mitad cobarde mitad valiente de mi soledad a prueba de batallas.
Vine a Madrid a darle patadas a las palabras y a despertar a golpes a la belleza, pero solo gracias a Internet el Circo Batania ha podido sacar cada día su espectáculo ventrílocuo donde yo mismo soy el payaso y el niño, el aro y el tigre, la red y el trapecista, el salto y la filigrana. Terminada la función, unos me llaman bueno, otros mediano y otros farsante, pero gracias a Internet cada vez que abro el portátil mis yemas notan la tensión del que mira desde el otro lado. ¿Y si mejoro el número de ayer? ¿Y si fracaso? ¿Y si convenzo a los que nunca he gustado? ¿Y si me dejan los que ya me querían?
Gracias a Internet soy mi lector y escritor y editor y maquetador y distribuidor y publicista, y me siento como ese raro corredor de relevos que a sí mismo se fuera entregando su testigo de palabras. Cada vez que he ganado a mí me he dedicado la victoria y cada vez que he perdido no he encontrado a otro culpable de mi fracaso. Gracias a Internet me estoy haciendo escritor a la vista de todos, y aunque a veces me siento como un gorila a cuya jaula los espectadores arrojaran cacahuetes, yo fui el que se metió en esa jaula y el que más de una vez ha besado sus barrotes.
No he enviado un solo mensaje a un escritor famoso ni he buscado sus casas, no he acudido a ateneos, no me he presentado a premios, no acepto figurar en antologías y he rechazado ofertas editoriales por las que estaría en cualquiera de las grandes librerías por las que otros matan. No me he mezclado con vascos, no me he mezclado con españoles, elaboro mi propio veneno y no necesito vuestro antiguo sistema para nada.
Gracias a Internet.