LA MÁXIMA autocrítica y la máxima megalomanía. Hay que acudir al estante de tus libros de cabecera y leer un trozo del Quijote, un trozo de Los miserables, un trozo de Macbeth y, una vez concluido este experimento cruel y necesario, cuando te has dado cuenta del pobre escritorcillo que hay dentro de tus zapatos, de la triste avellana vacía que eres, sacar fuerzas de flaqueza y volver a amenazar al futuro. Sí, lo conseguiré. Meteré a la estrella más ardiente de todas en mi bolsillo. Inventaré palabras feroces para pupilas ni siquiera soñadas. Brillaré. Añadiré un libro a ese estante, y llevará mi nombre.